La historia del manicomio La Castañeda,  un mal sueño en la psiquiatría mexicana

La Castañeda fue el centro psiquiátrico más grande de México hasta la segunda mitad del siglo xx. Fue construido en los terrenos de una hacienda pulquera que llevaba el mismo nombre en el antiguo pueblo de Mixcoac, al sur de la ciudad de México, donde hoy se encuentran la Unidad Lomas de Plateros, y la Unidad Torres de Mixcoac.

Inauguración

La inauguración fue realizada por Porfirio Díaz en 1910 y su demolición se efectuó en 1968. Durante todo su período de funcionamiento el manicomio dio atención a más de 60 mil pacientes.

Objetivo

El Manicomio General de La Castañeda fue instituido con la doble función de hospital y asilo para la atención psiquiátrica de enfermos mentales de ambos sexos, de cualquier edad, nacionalidad y religión. Un objetivo secundario fue proporcionar enseñanza médica mediante la participación de las clínicas de psiquiatría en sus pabellones.

Al momento de su inauguración (1 de septiembre de 1910), en el marco de los festejos por el centenario de la Independencia de México, La Castañeda fue visto como una promesa de modernidad en el país. Era el momento de demostrar que la nación estaba preparada para ofrecer no solo cuidados médicos sino avances en los tratamientos de padecimientos mentales. Sin embargo, diversas situaciones pronto demostraron lo contrario.

Dentro de sus instalaciones existían áreas de juego, talleres, biblioteca, escuela, enfermería y una sala de cine donde se proyectaban películas de Charles Chaplin y Harold Lloyd. A la par había salas para aplicar electroterapia (o electroshocks).

Abusos e Injusticias

El manicomio actualmente es más bien recordado por las condiciones de abuso e insalubridad que imperaron en sus instalaciones.

Durante la primera mitad del siglo xx, La Castañeda frecuentemente fue mencionada como un lugar de injusticias y malos tratos a los internos. En 1968 se decidió cerrar el lugar y reubicar a los pacientes en diferentes hospitales psiquiátricos modernos de México.

El manicomio de La Castañeda fue considerado un mal sueño en la psiquiatría mexicana, un episodio que no desea ser recordado. Fue sustituido por el Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino.

El fin de una historia

En 1968, pocas semanas antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz consumó la “Operación Castañeda”, nombre dado a la decisión gubernamental de demoler el Manicomio General que durante 58 años funcionó en Mixcoac, en la Ciudad de México, reubicar a sus tres mil 500 internos en seis nuevos hospitales.

En 1969 la fachada del manicomio fue rescatada por Arturo Quintana Arrioja (1920-1986), fundador de la empresa AQ Industrial, quien la compró y la trasladó piedra por piedra a un terreno de su propiedad en Amecameca, Edo. de México.

Alberto Carvajal cuenta que cuando las máquinas entraron a derribar los 21 edificios que componían el manicomio, Quintana se acercó al responsable de la demolición para preguntar si le podían vender la balaustrada de la entrada. Ante la respuesta afirmativa del intendente, Quintana contrató al arquitecto Emmanuel Lugo para trasladar las rocas. Lugo relató a Carvajal que él mismo se encargó de numerar las piedras, una a una, para que el traspaso de la obra fuera idéntico.

Actualmente

En el lugar que ocupaba el manicomio La Castañeda hoy se encuentra una sucursal de Walmart, un centro deportivo, unidades habitacionales, escuelas de nivel básico y la Escuela Nacional Preparatoria no. 8.

En el año de 1965 se comenzó la construcción de la Unidad Plateros en lo que antes fue el hospital Psiquiátrico La Castañeda, este conjunto de edificios fue diseñado por el arquitecto mexicano Mario Pani Darqui, quien también trabajo en proyectos como la Torre de Rectoría de la Ciudad Universitaria de la UNAM o el Club de Golf México, (México, D. F.) entre muchos otros. Hoy en día sigue siendo un conjunto de departamentos y al lugar se le conoce como Unidad Habitacional de Plateros.

En 1973 se comenzaron a habitar los departamentos de la unidad habitacional Lomas de Plateros contando con todos los medios necesarios para vivir en un lugar tranquilo, como son escuelas a nivel primaria, la preparatoria Miguel E. Schulz, centros comerciales entre otros.

El olvido

Por décadas, el paradero de las personas que habitaron La Castañeda (como popularmente se le conocía al enorme asilo de “imbéciles”, “agitados”, “perturbados” y “toxicómanos”, según la clasificación de pacientes en aquellos años), así como sus expedientes y testimonios permanecieron en el olvido.

La búsqueda

A partir de 2001, tres décadas después de la demolición de La Castañeda, Alberto Carvajal, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochimilco, comenzó a buscar a los sobrevivientes del manicomio. Logró entrevistar a más de 50. Los encontró confinados en diversos hospitales de la Ciudad de México y sus alrededores. Tanto en el “Samuel Ramírez Moreno”, dependiente de la Secretaría de Salud federal, como en el “José Sáyago” y el “Adolfo M. Nieto”, ubicados en el Estado de México. En su investigación, Carvajal halló de todo. Desde casos absurdos, como el de Enrique, cuyo error fue desesperar a los vecinos de Tepito con su persistente vicio de cantar, hasta el de Petra, una mujer oaxaqueña que ingresó a La Castañeda a los 16 años de edad, después de haber sido expulsada de su pueblo, en la región de Tehuantepec.

De los planos de La Castañeda y del estudio fotográfico que había dentro del manicomio (el cual fue montado en su momento por Guillermo Kahlo), sólo se sabe que fueron subastados en Nueva York.

Al tratar de explicar los motivos de la debacle del proyecto de salud más ambicioso de inicios del siglo xx, el documentalista señala que “el manicomio dejó de ser prioridad para el gobierno”; mientras que para Porfirio Díaz era el emblema de modernidad, para Díaz Ordaz terminó convirtiéndose en el signo de la ineficiencia gubernamental.

Con información de Gobierno de México/ Redes

Fotos/ Archivo Histórico

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